Noviembre 2025

Salto ecuestre a la venezolana: disciplina, elegancia y carácter

El ascenso de Tiago Orta en el salto ecuestre venezolano no es un simple logro deportivo. Su subcampeonato en Caracas revela cómo la disciplina del deporte, la elegancia del universo ecuestre y la claridad de sus raíces llaneras convergen en un joven de 16 años que está formando carácter, visión y propósito.

Por: Jesús Alcalá

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El sábado, en Caracas, Tiago Orta, un muchacho de 16 años, con mirada precisa, disciplina de atleta y un sentido de estilo que se inclina hacia la buena sastrería, se convirtió en subcampeón en salto ecuestre. Para él, el resultado no es una meta aislada, sino un reflejo de cómo la equitación, igual que la artesanía en el lujo, enseña a pensar, a medir los pasos y a construir carácter.

Su fórmula: herencia y disciplina

El mundo ecuestre siempre ha tenido un diálogo silencioso con la elegancia. No porque quienes lo practican busquen exhibición, sino porque la historia de grandes marcas de lujo nació allí: Hermès partió haciendo arneses para caballo, Burberry perfeccionó prendas para el clima rural inglés, incluso Louis Vuitton se aventuró a crear sillas de montar. Tiago conoce esos referentes, pero no se define por ellos. Lo que realmente lo estructura no proviene de vitrinas, sino de los llanos de Guárico, de donde es su familia paterna, donde desde pequeño vio el trabajo honesto, desarrolló una paciencia que solo se consigue trabajando la tierra y desarrolló una relación con la naturaleza venezolana que algunos jamás podrán siquiera imaginar. “Si no sabes de dónde vienes, cualquier comodidad te desvía”, comenta desde Caracas, con la seguridad de quien reconoce que su origen no es un detalle biográfico, sino un ancla.

Ese contraste entre la comodidad capitalina y una infancia moldeada por la sobriedad del campo no le genera conflicto, sino equilibrio. En la pista, esa dualidad se vuelve evidente: su técnica es firme, pero su enfoque es sereno. Tiago entiende el deporte como una escuela mental antes que física. El salto ecuestre implica precisión, lectura del animal y un dominio emocional que no se improvisa. “El caballo sabe exactamente en qué estado estás. Si dudas, él lo percibe. Si confías, él avanza contigo”, resume. Su caballo se llama Comediante, un animal sociable y atento a su entorno; un compañero que potencia esa capacidad de Tiago para mantenerse centrado.

La equitación le ha enseñado algo que proyecta directamente hacia su futuro académico; Tiago quiere estudiar Derecho, y del salto ecuestre aprendió que el resultado depende de cómo ordenas tu mente. “Montar me hizo entender que una decisión mal tomada afecta todo el recorrido. Eso aplica tanto en la pista como en la vida”, afirma. Esa mentalidad, sumada a su madurez y a su origen llanero, lo sitúa en una posición distinta a la de muchos jóvenes de su edad.

En Tiago se unen tres dimensiones: la disciplina rigurosa del deporte, la elegancia funcional del universo ecuestre y la claridad que solo da haber crecido viendo el valor real de las cosas. Su subcampeonato no es solo una medalla. Es la confirmación de que está construyendo, paso a paso, salto a salto, el carácter del hombre que quiere ser mañana.

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