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Leer másEn la moda, todo comunica. Y en una pasarela, ningún detalle es casual. Entre la primera silueta que pisa el escenario y la última que lo abandona, se escribe una historia sin palabras. El primer y el último look no son solo momentos visuales: son manifiestos de estilo, declaraciones de intención y, a menudo, los fragmentos más recordados de una colección. ¿Qué nos dicen realmente? ¿Por qué importan tanto en la lectura de una propuesta creativa? Aquí, exploramos su poder simbólico y estratégico.
El primer look en un desfile de moda es un gesto cargado de sentido. Su rol es establecer el tono emocional, cromático y conceptual de toda la colección. Como una obertura en una pieza musical, debe captar la atención y dar pistas sobre lo que vendrá. En la temporada Otoño-Invierno 2025, Dsquared2 abrió con una oda al layering, que recuerda mucho a ese lado divertido de la moda de los 2000, inesperado y difícil de domar, dejando ver lo que iba a ser un show lleno de peaks emocionales, no solo por sus looks, pero también por su teatralidad y su legión de celebridades. Su cierre, por otro lado, estuvo a cargo de la eterna supermodel, Naomi Campbell, en un look total de cuero con botas altas y un afro salvaje, todo enmarcado por su mirada plena, una analogía, quizá, a la llegada a la madurez creativa de la marca fundada por los hermanos gemelos Dean y Dan Caten.
Si el primer look es la promesa, el último es la conclusión. Su misión es dejar una impresión imborrable. Tradicionalmente reservado para el vestido de novia en la alta costura, hoy ese rol puede tomar muchas formas: dramatismo, sutileza o guiños irónicos. Saint Laurent cerró su desfile FW25 con una explosión de brillo en siluetas afiladas, reafirmando su dominio en la elegancia nocturna. El último look es el momento donde la narrativa se cierra y el diseñador firma simbólicamente su obra.
Estos dos looks no sólo transmiten ideas estéticas, también consolidan identidades de marca. Son las imágenes que capturan las portadas, los clips virales en redes sociales, los editoriales de temporada. En una industria tan saturada, la claridad narrativa y la fuerza visual son herramientas poderosas. Marcas como Hermès, Balenciaga o Schiaparelli entienden esto perfectamente, y sus aperturas y cierres suelen estar entre los momentos más analizados por editores, compradores y consumidores por igual.
El primer y el último look no son accidentes en una pasarela: son declaraciones cuidadosamente orquestadas. Hablan de visión, consistencia y ambición. Nos invitan a entrar en un universo, y nos despiden con una imagen que permanece. En el ciclo veloz del ready-to-wear o la opulencia teatral de la haute couture, estos dos momentos siguen siendo los pilares narrativos de cualquier desfile verdaderamente memorable.
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