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Leer másForever 21, una de las marcas más representativas del fast fashion, ha vuelto a declararse en bancarrota, repitiendo la crisis de 2019 que la obligó a cerrar cientos de tiendas. Fundada en 1984, la compañía se consolidó como un referente de moda asequible y en tendencia, pero su modelo de negocio ya no responde a las nuevas demandas del mercado. Con un retail en transformación y un consumidor más consciente, esta segunda bancarrota podría significar el principio del fin de la marca.
Forever 21, una de las marcas más representativas del fast fashion, ha vuelto a declararse en bancarrota, repitiendo la crisis de 2019 que la obligó a cerrar cientos de tiendas. Fundada en 1984, la compañía se consolidó como un referente de moda asequible y en tendencia, pero su modelo de negocio ya no responde a las nuevas demandas del mercado. Con un retail en transformación y un consumidor más consciente, esta segunda bancarrota podría significar el principio del fin de la marca.
La estrategia de Forever 21 siempre se basó en la rápida producción de tendencias a bajo costo, lo que la convirtió en un imperio de la moda accesible. Sin embargo, con el auge de plataformas digitales como Shein y Temu, que ofrecen precios aún más bajos y una logística más eficiente, la marca perdió relevancia. A esto se suman las crecientes preocupaciones sobre la sostenibilidad y las condiciones laborales en la industria textil, factores que han influido en la caída de numerosas marcas de moda rápida.
El consumidor actual prioriza la conveniencia y la inmediatez del comercio en línea, lo que ha hecho que los modelos tradicionales de tiendas físicas pierdan atractivo. Mientras Forever 21 intentaba mantenerse relevante, la falta de innovación en su estrategia digital le impidió competir con gigantes del e-commerce. Además, la Generación Z ha demostrado un mayor interés por marcas con valores alineados a la sostenibilidad y la producción ética, elementos que Forever 21 nunca logró integrar de manera efectiva.
Tras su primera bancarrota en 2019, Forever 21 fue adquirida por Authentic Brands Group, Simon Property Group y Brookfield Properties, quienes intentaron revitalizar la marca. Sin embargo, la falta de un cambio estructural y el continuo descenso en ventas llevaron a esta nueva crisis financiera. Este segundo colapso no solo pone en jaque a la empresa, sino que también refleja una transformación global en la industria del fast fashion.
La bancarrota de Forever 21 simboliza un ajuste de cuentas para la moda rápida. Con el crecimiento del slow fashion, la demanda de transparencia y la digitalización del comercio minorista, las marcas que no se adapten quedarán obsoletas. Aunque el fast fashion no desaparecerá de inmediato, su evolución hacia modelos más sostenibles y tecnológicamente avanzados será esencial para su supervivencia.
El colapso de Forever 21 no es solo la caída de una marca, sino una señal de cambio en el consumo de moda. La pregunta es: ¿qué otras marcas seguirán el mismo destino?
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